lunes, 31 de octubre de 2011

Viaje en el tiempo.


 Atesorar España. Fondos fotográficos de la Hispanic Society of America

Acudí el pasado día 14 a ver la exposición que la fundación Bancaja presenta junto con la Hispanic Society of America. Las imágenes, una colección de 345 instantáneas de principios del siglo XX y finales del XIX, se divide en dos exposiciones, una en Valencia que cuenta con 268 de las imágenes y otra en Alicante, donde se encuentran las 77 restantes.
Es curioso darse cuenta de que a menudo valoramos no tanto lo nuestro como lo de otros. “Atesorar España” nos descubre ante los ojos de los genios de la fotografía americanos como Charles Clifford, Jean Laurent, Kurt Hielscher, Anna Christian, Ruth Matilda Anderson, entre otros, también españoles como Emilio Beauchy, Josep Maria Cañellas, Casiano Alguacil, Rafael Garzón, J. E. Puig o José Ortiz Echagüe.
La exposición comienza con fotografías de la España profunda del siglo XIX, son imágenes de lugares que nos son familiares, pero que se nos presentan diferentes, pasados. Es fácil reconocer el acueducto de Segovia, las calles de Galicia y sus grandes cristaleras perfectas para ese clima lluvioso, el alboroto de Sevilla en sus calles y la Giralda, la plaza de toros de Valencia, antes de que hubiera algo a su alrededor y el antiguo cauce del río con agua, pero   al mismo tiempo se intercalan paisajes inhóspitos, altas montañas nevadas, vastos campos de trigo, y rincones que jamás hubiéramos podido imaginar pertenecientes a una España que tenemos olvidada. Hace un repaso de norte a sur y de este a oeste por las ciudades y los pueblos de España. Pero son los pueblos, y no las grandes ciudades los que nos enseñan la realidad del siglo XIX. Las casas no eran de ladrillo, podían ser cuevas o pequeñas construcciones de madera, los niños iban descalzos, las niñas no jugaban con muñecas sino que ayudaban a sus madres desde muy temprana edad, un chico de 15 años ya era un hombre, y sus miradas parecían saber más de la cuenta.
En la segunda parte de la exposición, en el siguiente piso del edificio Bancaja, el contenido de las imágines cambia radicalmente dejando de lado los lugares para centrarse en las personas. Retratos de niñas y niños, ataviados con sus trajes regionales como el de lagarterana, gitanas bailando en tablaos, las procesiones de semana santa de Zaragoza, señoritas de ciudad observadas descaradamente por los jóvenes del pueblo, miradas de ancianos que se pierden en sus recuerdos, pescadores que lanzan sus redes y niños que utilizan sus manos para atrapar atunes. Pasamos de una visión de pobreza material a una enriquecedora fuente de cultura que no proviene de las altas cunas. 
Una singularidad de la exposición es el uso proyectores de imágenes en paredes y pantallas de modo que puedes optar por verlas una a una colgadas en las paredes o pasearte entre las pantallas y dejar que estas cambien en segundos.
Esta exposición me permite decir que una imagen vale más que mil palabras. Los objetivos de estos genios han devuelto al presente lo que muchos habíamos olvidado, de dónde venimos. Estará abierta hasta el 13 de noviembre, para aquellos a los que no les gusta que se lo cuenten…






1 comentario:

  1. Un placer leer tu entrada. Un minucioso recorrido muy bien escrito, además. A mí me gustó mucho la exposición. Celebro que la disfrutaras.

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